Cementerios

En el famoso concierto por la paz (de los cementerios) que se dio en La Habana esta semana yo defiendo que Juanes y Miguel Bosé obraron de absoluta buena fe. Proceden del mundo de los cantantes melódicos, con cierta tendencia a ver el mundo de color rosa y a pensar que la pureza se alcanza sólo por vestir de blanco. Los rockeros, por contra, solemos gustar del negro y no resultamos tan de fiar para las dictaduras. Gorki Aguila, el gran ausente rockero del concierto, fue capaz, con sólo dos versos jocosos, de poner en jaque a un Gobierno que lo metió en la cárcel por ello. Bosé, con la grandeza de un príncipe, fue de los primeros en dar un paso al frente para forzar su liberación, lo cual le honra. Pero en el escenario del concierto por la paz, sólo cabía una posibilidad de honestidad intelectual: gritar Democracia y Libertad. Sospecho que Gorki se hubiera atrevido.



Yo creo que las grandes figuras melódicas de éxito, conscientes de su papel y sus ganancias, deberían hacer mecenazgo de los indomables como Gorki. Demostrarían que son conscientes del engañoso sistema en que vivimos. Si sólo organizan festivales como éste no les extrañe que, a largo plazo, haya quién pueda sospechar que usan estas situaciones tristísimas únicamente para su promoción personal.
En resumen, que creo que con un poco menos de exceso ya hubiéramos pasado. Bien mirado, ¿por qué Juanes en plural? ¿Es que son dos? –se preguntaban los rockeros–, ¿o es acaso que su ego no cabe en una sola persona? Esas debilidades no excluyen que el intento tuviera una gran nobleza: han intentado (ingenuamente) ensanchar los límites por donde les pareció posible y han fracasado, pero bien podían haberse quedado (cómodamente) quietos y no hacer nada. Pensémoslo.

La Razón 26 de Septiembre de 2009

Escrito por: Sabino Méndez

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