Sigo de viaje por esos mundos. Los imprevistos me llevan a Málaga. Recalo en Villa Guadalupe, un pequeño hotel con restaurante y con encanto (apenas once habitaciones) en lo alto de un privilegiado paisaje frente a la ciudad marítima. Es una de esas joyas que, hasta hace poco, había que viajar a Francia para encontrarlas a precios asequibles. Gran sorpresa.
Unos hombres querrán salir por televisión, querrán que los demás les digan que sí, que en verdad existen. Otros querrán ser presidentes, tener poder sobre los hombres o evitar la cenicienta angustia del futuro con riquezas. Pero estos individuos de quienes hablo en concreto gustan de trabajar con las manos, pasear observando por los mercados y encontrar la pieza correcta. Uno abandona Villa Guadalupe con lágrimas en los ojos. Es todo un avance que este tipo de sensaciones y efusiones sentimentales (habitualmente provocadas por el amor romántico y las señoritas de nariz respingona) vengan dadas por las delicias de la cocina. Nos vamos civilizando.
La razón 3 de Febrero 2008
Pulsar para silenciar
3 OPINIONES:
Es todo un avance que este tipo de sensaciones y efusiones sentimentales (habitualmente provocadas por el amor romántico y las señoritas de nariz respingona) vengan dadas por las delicias de la cocina
La transición desde los placeres de Eros hacia los de Lúculo es un síntoma inequívoco de que nos vamos haciendo viejos. Cuidado, Sabino.
Q placer escuchar esta versión del Hotel California en acústico, acompaña al texto de maravilla, dan ganas de ir a conocer ese riconcito del Sur en buena compañía..
Vivo muy, muy cerca del lugar en cuestión. Me habían hablado muy bien del sitio (tanto del hotel como del restaurante) pero como lo tenemos tan a mano pues siempre estamos diciendo eso de "ya si eso iremos un día de estos".
Después de esta descripción tan atractiva de Sabino, de este mes no pasa. O del otro. O del siguiente, total, si está tan cerca...
Publicar un comentario