Despertando...
El rincon de Mendez y amigos

12 febrero 2008

Arte


Sigo de viaje por esos mundos. Los imprevistos me llevan a Málaga. Recalo en Villa Guadalupe, un pequeño hotel con restaurante y con encanto (apenas once habitaciones) en lo alto de un privilegiado paisaje frente a la ciudad marítima. Es una de esas joyas que, hasta hace poco, había que viajar a Francia para encontrarlas a precios asequibles. Gran sorpresa.

Hay momentos en que, a los articulistas, nos es dado lanzar sombreros al aire y bailar por las calles anunciando a todo el mundo una buena nueva. A mi edad, tamizado por el escepticismo, sufro pocas devociones de ese estilo. Algunas se dan frente a la manera de marinar el salmón o las aceitunas que consiguen Amador Van Vlijmen y Oscar Rodriguez en el restaurante de Villa Guadalupe. Al venir del mundo de la música sé detectar a los buenos artistas. Sé también que, entre los más grandes, los que llegan a los medios son sólo una parte: aquellos que unen una gran capacidad de relación social a su talento. Pero un país no necesita únicamente chefs de a doscientos euros el cubierto, sino también lugares levantados con amor donde las gentes puedan mostrar a sus hijos lo que es la alta cocina a través de precios posibles de pagar para una familia razonable.

Unos hombres querrán salir por televisión, querrán que los demás les digan que sí, que en verdad existen. Otros querrán ser presidentes, tener poder sobre los hombres o evitar la cenicienta angustia del futuro con riquezas. Pero estos individuos de quienes hablo en concreto gustan de trabajar con las manos, pasear observando por los mercados y encontrar la pieza correcta. Uno abandona Villa Guadalupe con lágrimas en los ojos. Es todo un avance que este tipo de sensaciones y efusiones sentimentales (habitualmente provocadas por el amor romántico y las señoritas de nariz respingona) vengan dadas por las delicias de la cocina. Nos vamos civilizando.

La razón 3 de Febrero 2008

Pulsar para silenciar


3 OPINIONES:

  1. Escrito por: DDAA - 14 de febrero de 2008, 9:32
  2. Es todo un avance que este tipo de sensaciones y efusiones sentimentales (habitualmente provocadas por el amor romántico y las señoritas de nariz respingona) vengan dadas por las delicias de la cocina

    La transición desde los placeres de Eros hacia los de Lúculo es un síntoma inequívoco de que nos vamos haciendo viejos. Cuidado, Sabino.

  3. Escrito por: Anónimo - 15 de febrero de 2008, 21:51
  4. Q placer escuchar esta versión del Hotel California en acústico, acompaña al texto de maravilla, dan ganas de ir a conocer ese riconcito del Sur en buena compañía..

  5. Escrito por: Anónimo - 17 de febrero de 2008, 21:48
  6. Vivo muy, muy cerca del lugar en cuestión. Me habían hablado muy bien del sitio (tanto del hotel como del restaurante) pero como lo tenemos tan a mano pues siempre estamos diciendo eso de "ya si eso iremos un día de estos".

    Después de esta descripción tan atractiva de Sabino, de este mes no pasa. O del otro. O del siguiente, total, si está tan cerca...