Galicismo

Al pasar unos días en Galicia, uno se sorprende de comprobar la pereza que sufre aquí, para medrar una cosa tan de moda en todo el mundo como es el nacionalismo. Ya sabemos que tal ideología consiste básicamente en un localismo o regionalismo que intenta convencer a los paisanos cercanos de que los gobernantes de la capital
les roban (aunque también sean paisanos) aprovechándose de la distancia geográfica.
Se proponen ellos mismos para sustituirlos por estar más cerca, pero se duda de si con eso no pretenden sólo desviar la dirección del robo. En Cataluña, por ejemplo, el padre de uno de los líderes de la oposición nacionalista que denuncia ese supuesto robo capitalino tenía dos millones de euros en un paraíso fiscal. Se entiende que el pueblo se muestre un poco escéptico.


En Galicia, han hecho la prueba del nacionalismo y se han desembarazado de él rápidamente. ¿Son seres legendariamente antimodernos que desconfían de seguir los dictados de las modas? Todo lo contrario. Desde Verino, Siniestro Total y Vigo-capital-Lisboa, los gallegos lo que no soportan es precisamente ser menos modernos que nadie y por eso van por delante de todas las modas. Recuerdan como el lugar era, hasta hace poco, zona de vaca unigénita y complicada vía de comunicación. A la vaca le diagnosticaron en lugar de morriña una especie de depresión nerviosa, enfermedad totalmente desconocida hasta la fecha por aquí, y la suerte del galleguismo hubiera sido también otra de haberse diagnosticado como galicismo, que quedaba más fino, europeo y vanguardista. Pero el nombre ya estaba cogido por el diccionario de la Real Academia (qué mala suerte) Española. Preguntado por el Exército Do Pobo Galego, un lugareño me responde que para qué lo quieren si ya tienen la Guardia Civil. Ambigüedad estupefaciente. Imposible sacar las banderas.

La Razón 12 de Abril de 2009

Escrito por: Sabino Méndez

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