Despertando...
El rincon de Mendez y amigos

20 abril 2007

Epidemia

A punto de dejar el Penedés, donde he pasado las ultimas semanas, los noticiarios de la zona me han sorprendido con una última y pavorosa noticia: en la vecina ciudad de Barcelona aseguran que preocupa una posible epidemia de edificios enfermos.
Obtuso como soy, he pedido que me lo explicaran.
Se dan en llamar edificios enfermos a aquellos en los que se detecta un porcentaje anormalmente alto de inexplicables bajas por depresión o fatiga entre sus habitantes. Para explicar esa anomalía se buscan causas en el propio habitáculo, se mide la electricidad estática, se calculan acrobáticas formulas para pronosticar la oxigenación de sus espacios.
No se ha demostrado nada pero hay algo de lo que no se duda:
el edificio está enfermo.




He preguntado entonces si se sabía a qué estaban dedicados específicamente cada uno de esos edificios diagnosticados. Y me he quedado mas espeso que una tortilla de ballena cuando he comprobado que todos, en líneas generales, parecen ser oficinas destinadas a labores de tratos más o menos económicos.
He recordado entonces sin mucho esfuerzo toda la alerta, el ventajismo, el secretismo y la desconfianza que este tipo de asuntos suelen llevar aparejados. Y también he pensado que yo, de tener que soportar maratonianas jornadas alerta en un ambiente depredador de ese tipo tal como hacen los profesionales del asunto, enfermaría automáticamente aunque lo practicara incluso a campo abierto.
Algunos de los mejores epidemiólogos (es decir, los dedicados a los humanos, que alguno queda) ya han manifestado sus reparos sobre esa poesía de atribuir a los edificios con palabras cosas propias de las personas. Incluso se han permitido alguna chanza preguntando cómo se propagaría la supuesta epidemia entre inmuebles, si por vía parenteral o sexual.
Lo que está claro es que, sea como sea, siempre hemos de acabar echando la culpa al ladrillo.



La razón 15 de abril 2007


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