Supongo que conocerán ustedes aquella leyenda de pueblo un tanto apocalíptica.
Consiste en el retrato de un conciudadano, ansioso de reconocimiento, que se dedica a quemar anónimamente las casas de sus convecinos para ser el primero en llegar al siniestro y distinguirse públicamente en su esfuerzo de apagarlo, ganando así una, inmoralmente conseguida, fama de héroe.
Guarda una extraña simetría con la historia del pastor bromista y el lobo.
Ambas se han dado en casi todos los lugares y nos hablan de las debilidades del género humano.
Queda así bien definido el estereotipo del bombero-pirómano y no hace falta tener dos dedos de frente para comprender que, cuando aparece, le hace un flaco favor a cualquier comunidad. Si todavía no se han dado cuenta que las tres cuartas partes de las vocaciones políticas que animan nuestro país responden a ese cuadro psicopático no voy a ser yo quién les saque de su dulce ignorancia.
Sólo nos queda una posibilidad para defendernos: Internet.Por lo que más quieran, hagan un cursillo acelerado y adéntrense en ese mar de informaciones. Allí están las estadísticas, los datos y las informaciones como nunca lo han estado a lo largo de la historia de la humanidad para pillar a los bomberos-pirómanos. Luego, voten en conciencia . Confío en ustedes. Es salvar la mente lo que está en juego.
La razón 20 de Mayo 2007
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