La destreza de Loquillo y su banda comenzó a vislumbrar desde el inicio, “Pégate a mí” hizo ver a los allí presentes que la función había comenzado y que no había tiempo que perder.“Veteranos” ejemplificó el paso del tiempo y la solidez de unos principios. A continuación, “Tatuados” dotó ese carácter abierto y rítmico, de alegría y desenfado en una simple letra, puro estilo rockero cincuentón. Le siguió “La edad de oro” cantada con esa turbia y perdida mirada en el horizonte con la que Loquillo acostumbra a posar. Seguidamente y con un salaó palmeo flamenco en el escenario cantó “Arte y ensayo”. La siguiente “treinta y tantos” nos sorprendió y me hizo recordar mi edad… y también los…antos años que llevo siguiendo a estos grandes artistas. “Hijos de nadie” y “Feo, fuerte y formal”, el mejor indicativo de muchas almas allí presentes. “Soltando lastre” y “Antes de la lluvia” pusieron el toque reflexivo para prepararnos.
De repente nos situábamos en contexto y canciones como, “Cuando fuimos los mejores”, “Quiero acariciar el Rock & Roll”, “Las chicas del Roxy” y “Territorios libres” fueron la mejor alfombra para la presentación de lo que estábamos esperando.
Loquillo dijo: “La siguiente canción habla por mí”, pero también habló por él y presentó a su artista invitado haciendo alusión a la fuerza del cariño, el amor y la amistad… apareció tras unas oscuras Ray Ban Sabino Méndez, quién se quedaría con nosotros el resto del concierto…
“Rock suave”… y el público votó de júbilo y alegría por verlos a todos allí reunidos ofreciendo eso que conocen tan bien, el más puro Rock & Roll. El artífice de todas esas viejas canciones atemporales, que nos han hecho vibrar durante años, estaba de nuevo sobre el escenario.
El autor de toda esa poesía en alma de Rock & Roll, que había inspirado mi febril adolescencia estaba allí. Volví a recordar mis inicios y eso me hizo sentir esa noche como algo muy especial. Son muchos conciertos y pocas ocasiones para ver a Sabino Méndez en el escenario y teníamos que aprovechar. Se notó que el público sabía que se aproximaba algo bueno. Tras “Todo el mundo ama a Isabel”, sonó “Ritmo del garaje”, esa primera canción que escuché con catorce años… y Sabino estaba allí. Demasiadas emociones contenidas.
Tras comentarnos que desde hace un año, reside en Madrid, e invitarnos a todos los allí presentes a pan tomaca, se hizo el silencio y llegó la acústica de “En las calles de Madrid”.
Si ya el pasado enero me emocioné en la sala Sol, aquí de nuevo no me pude contener.
Demasiada grandeza junta en esa noche, y en Madrid, una ciudad abierta y dinámica de la que cada día me enamoro un poco más, porque Madrid es su gente y la que estaba allí desde luego subió al cielo. Gracias Sabino por esa descripción tan perfecta y profunda de lo que inspira esta ciudad. Gracias amigo por tu gran sensibilidad.
Sin dar apenas descanso emocional comenzó “El rompeolas” y después “Rock & Roll star” y algo en nosotros se estremeció mientras alzábamos los brazos y tarareábamos la letra de las canciones, desde luego los allí presentes sabíamos donde estábamos y Loquillo y Sabino también, convirtiéndose en los cómplices perfectos. Decidieron tocar la primera canción que compusieron juntos “Barcelona Ciudad”, esta vez con gafas oscuras y con un ritmo crítico marcadamente más lento, dejando constancia evidente de la actual situación por la que atraviesa la ciudad condal… frío y oscuridad.
No sé puede pedir más… sí, sí se puede “Autopista”, con la silueta de Loquillo y su puño en el acelerador invitando al personal a ir a fondo sin temor a la dichosa perdida de puntos... Deleite especialmente para algunos de los Hells Angels, que por allí rugían.
Se le acababa el tiempo y al segundo intento pudo presentar a su banda: Jaime Stinus e Igor Paskual que hicieron un cruce desgarrador de mástiles y dieron ese característico toque energético a la noche; “Cuti” al teclado; Laurent Castegnet a la batería y la gran tímida sorpresa de la noche, Laura Gómez de Buenos Aires, Argentina, en el bajo.
En mi caso era la primera vez que veía presencia femenina en la banda durante un concierto de Loquillo y desde luego la sorpresa mereció la pena.
Se acercaba el gran momento de la noche. Todos queríamos escuchar a Loquillo, su banda y a Sabino Méndez montarse en el legendario “Cadillac Solitario”. Los brazos se alzaron y los silencios de Loquillo se completaban con los coros del público. Loquillo miraba a Sabino, mientras lo rodeaba con su brazo y parecía intentar decirle con su mirada “esto es lo que hemos creado disfrutemos de este momento único y estelar porque esto será lo que nos llevaremos ya con nosotros”. Un Loquillo reclinado, el grito desgarrador de nena avanzando en la oscuridad de la noche y la presencia de Sabino Méndez, me hizo comprender que la distancia del pasado puede ser un reencuentro en el presente…
Al terminar los músicos se acercaron al borde del escenario para despedirse del ferviente público, pero faltaba alguien…nuestro modesto invitado huyó de cualquier protagonismo, Loquillo fue a buscarlo y una vez más todos allí en pie de guerra, lucharon por aquello en lo que siempre han creído y seguirán creyendo. Gracias de nuevo Sabino.
Ponce de León
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4 OPINIONES:
Leyendo el post podía oir las letras de las canciones...
Gracias
buen texto y buenas fotos, gracias.
Gracias por hacernos revivir esa noche tan intensa con tus palabras , no lo hubiera podido expresar mejor. Las fotos geniales. Y el concierto inolvidable
Gracias por tu acertadísima crónica del concierto,en nombre de todos los "viejos rockeros" que aún conservamos nuestro espíritu rebelde.
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