Paté

No sé qué pasa con este mes que es proclive a la revuelta: 1808 en Madrid y 1968 en París. ¿Será el mes de mayo? ¿Será el número ocho? Dejo esas disquisiciones para los amantes de las supersticiones. La revolución a mí, con franqueza, siempre me ha parecido una superstición más.
Es un tipo de superstición que espera siempre a la primavera para lanzarse a la calle a hacer paté al prójimo.



Eso me hace desconfiar, porque ¿qué punto de confianza puede ofrecer la firmeza de unos ideales que retrocede ante el mínimo frío? No parece cosa racional sino propia de los ardores imaginativos. Si hubiéramos sido un poco más fríos el dos de mayo, quizá tendríamos un estado central con menos Taifas, mucho más civilizado y mejor repartido. Consolémonos pensando al menos que, consagrados ahora enteramente al turismo, ya no liquidamos las innovaciones a golpe de navaja. Hoy, el asesinato de un simple turista francés haría tambalearse todo el producto interior bruto nacional.
Por tanto, siento decirlo, pero estoy en contra del dos de Mayo. ¿Cómo quieren que esté a favor de una guerra de independencia si siempre he estado enfrentado a los independentistas? No se trata de francofilia. Admiro su cultura, pero soy muy crítico con los franceses, especialmente con su manera de tratar el hígado de oca.


Se ha sostenido siempre que esa sustancia se encontraba cercana al consumo humano. Habría que revisar esa afirmación. Resumiendo: parece de un racionalismo sólo simulado.
En Francia, en todo caso, los paisanos lo que sí saben es cómo sacar un partido inteligente de su derecho a la libertad. A la espera de que el mundo moderno nos ofrezca un sistema de absentismo laboral sin culpa, vivamos un universo a la francesa, donde las cosas sólo funcionen a pleno régimen en invierno, cuando la meteorología provoca que salir para hacer revueltas sea, aparte de supersticioso, climáticamente execrable.


La razón 4 de Mayo 2008
(Escrito por: Sabino Mendez)

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