Técnicos

El día que abandone el gobierno, los amigos de Bibiana Aído podrán entristecerse, pero no podrán pretender de ningún modo que estuviera haciendo gran cosa allí dentro. Como ya sabrán, es la ministra que ha debutado llamando «miembros» y «miembras» a sus señorías.
Dado que, precisamente, abandoné el rock n roll por la filología, me siento en la obligación de recordar, junto con la Academia y el resto de la gente sensata, que el sexo y el género gramatical son dos cosas diferentes que habitualmente sólo confunden los bebés no alfabetizados.

En castellano, hay muchas palabras femeninas que terminan en «o» y muchas masculinas que terminan en «a», lo cual no tiene nada que ver con el machismo y el feminismo. Particularmente, me niego a ser llamado «persono» sólo porque, de joven, una ministra de tómbola no prestara atención en clase de Lengua.
Para estos casos, el protocolo habitual de un ministro que se precie es asesorarse por técnicos antes de decir enormidades. Pero, ¿por qué no lo hizo?, ¿por qué más ridículo a costa del lenguaje? La respuesta llega pronto: la única que la defiende es una filóloga feminista. Acabáramos.

Cómo vengo de Cataluña, estoy familiarizado con los filólogos adjetivados. Y sé que cuando nos encontramos con un filólogo catalanista o una filóloga feminista no estamos ante un filólogo sino ante un militante, un creyente a fin de cuentas. Es decir, un filólogo que ha sacrificado su compromiso con la ciencia en aras de prejuicios personales. Si le dediqué unas cuantas columnas a la gastronomía ¿por qué no hacer lo mismo a partir de la semana que viene con la filología? Nos ayudará a desentrañar algunos abstrusos asuntos como estos. Hasta entonces, hablemos mientras el lenguaje de los tiempos: ¿decir persono? Y un pollo. No nos va a salir de las huevas.

La razón 20 de Junio 2008
(Escrito por: Sabino Mendez)

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