Espectáculo

Muchas veces me han preguntado por qué abandoné el mundo del espectáculo. La respuesta es sencilla. Muy joven había ganado ya el suficiente dinero y deteriorado mi salud con una vida ingenuamente disipada. Me dijo el médico que debía dejar las drogas y me lo tomé en sentido absoluto. Me abstuve, por tanto, de asistir a cualquier tipo de espectáculos, conciertos de rock incluidos. Descubrí entonces que la realidad que sucesivamente da la vida cotidiana me resulta infinitamente mas divertida, compleja, rica y sorprendente que las representaciones anémicas, pobrísimas que cualquier espectáculo me suministra de esa misma realidad.

Yo, francamente, he llegado a la conclusión de que el espectador no se encierra en un cine para evadirse o aliviarse de la monotonía de la vida cotidiana tal como muchos dicen. El espectador se encierra en los mundos mentales de la imagen, de la música y del cuento porque está aterrorizado. Abrumado, superado. Lo que tiene es miedo. Se ve incapaz de manejarse con la complejidad tan vasta de la vida y, acobardado, quiere ver representaciones que le convenzan despacio, de manera ordenada, que la vida no es este caos que conoce cada día, sino unos cuantos esquemas rudimentarios puestos unos detrás de otro. Así, al menos consigue dormir una noche entera envuelto en el consuelo de esas fantasías tranquilizadoras. Los viejos reaccionarios de principio del veinte decían que se deberían prohibir las películas.

Lo decían a la vista del efecto de fantasía delirante que provocaban en las modistas y planchadoras.
Quizá el cine si que tenga una lado perjudicial y hayan muchas películas malas pero yo no creo que haya que prohibirlas, Me parece una medida excesiva y demasiado radical. Yo creo que con prohibir las españolas sería suficiente y así la situación intelectual ya quedaría un poco aliviada.

La razón 25 de Enero 2008
Escrito por: Sabino Méndez

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